La idea de Kospi como emprendimiento familiar nace en la provincia de Santa Cruz, concretamente en la localidad de Gobernador Gregores.
Territorio originalmente perteneciente al pueblo Tehuelche, quienes entre su vasta mitología, transmitían de generación en generación la leyenda del surgimiento de la floración del territorio.
Ellos narraban que las plantas no tenían flores, y que el paisaje era desolado hasta que algo sucedió:
Karut (el trueno) enamorado de Kospi, temeroso de que no fuera correspondido, la llevó hasta la cordillera y la dejó en un glaciar, inmortalizando así, lo hermosa que era.
Tanta fue la pena y la tristeza que Kospio sintió, que se congeló y se fundió con el glaciar, formando un solo tempano de hielo.
Tiempo después Karut regresa a contemplarla, pero al darse cuenta que ella ya no estaba, que ahora era parte de la montaña, enloqueció de ira y dispersó fuertes y estruendosos truenos al aire.
Tan fuertes eran que llegaron al mar y atrajeron las nubes hacia la cordillera, comenzando así una gran lluvia que derrito el glaciar.
Así Kospi descendió la montaña en forma de un caudaloso río que cubrió los valles.
Cuentan que en primavera, su espíritu deseoso de sentir el calor del sol, la caricia del viento y la inmensidad del firmamento estrellado, trepa por los tallos de las plantas y se estira por sus ramas, dando belleza y color a todo el paisaje a través de los pétalos de cada flor.
De aquí que el pueblo originario Tehuelche llamara kospi a los pétalos de las flores.
Hoy, como familia radicada en Escobar, provincia de Buenos Aires, seguimos trabajando para llevar adelante nuestro sueño.